domingo, 6 de noviembre de 2011

Por que educar socialmente en la escuela

Por que educar socialmente en la escuela



En la escuela actual, pensada como una institución para reproducir padrones
culturales, económicos, políticos y sociales de las clases hegemónicas, a través 
de la reproducción ideológica y de la preparación de la población trabajadora 
para el capital, también están representados los intereses de las clases sociales
 menos favorecidas. Para estas, la escuela puede ser un instrumento de lucha 
contra la dominación cultural, exactamente para socializar el código dominante
de la cultura y posibilitar el acceso al conocimiento de los valores sociales,
 estéticos y de lenguaje de las clases superiores. De esta manera el conocimiento 
contribuye al desarrollo de una conciencia histórico-político, apuntando a las 
posibilidades reales de cambio y de transformación. Pero el problema está en 
que si la escuela en contextos de pobreza contiene y controla y llena formularios
 como actividades centrales, estos alumnos, niños y adolescentes, ven limitados 
su espacio para construir conocimiento.
Según Da Silva, en Escuela, conocimiento y curriculo, “la escuela socializa mediante
 la enseñanza de conocimientos legitimados públicamente. Que la socialización sea
 mediante la enseñanza quiere decir que la escuela recrea continuamente
 conocimientos producidos en otros contextos sociales y para que los produzcan 
otros sujetos sociales distintos del maestro. La escuela no inventa el conocimiento,
 ni monopoliza su circulación. Lo que si hace es enseñarlo, intencionalmente, 
sistemáticamente, públicamente. Que la enseñanza sea de conocimientos legítimos
 públicamente quiere decir que la escuela enseña a todos, sin restricciones ni 
exclusiones, de todo, sin censuras ni exclusiones, para todos, en un clima 
democrático y pluralista”.
También podemos citar a Paulo Freire quien dice “que es función de la 
educación colaborar con la preparación de una nueva sociedad, a través de la
 construcción  de la ciudadanía que nos vuelve cada vez más humanos.
 La educación, concebida de este modo, es un proceso constante de liberación”. 
Por todo esto es necesario 
que los docentes sean aliados de los alumnos y no sus adversarios, compañeros
 unos a los otros y no enemigos, por lo que sucede cuando un docente instaura en
 la clase una relación donde el es el que sabe, y por lo tanto tiene derecho a hablar
 y ejercer el poder, mientras a los alumnos, que no saben, les queda apenas quedarse
 en silencio y obedecer. Igualmente y con la misma fuerza, ocurre cuando entre
los especialistas, los directores y los profesores no existe una relación de cooperación
sino de competencia y de lucha para la sumisión del trabajo del otro.
Aquí planteamos la funcionalidad de la educación con el sistema social o, lo que es igual: educación y sociedad, educación y sistema económico: ¿interdependencia o
 subordinación?
La educación es una formidable herramienta cultural, es decir, creada por el hombre
 y destinada a su crecimiento integral. El fin de la educación es rescatar todas las
 potencialidades que el hombre puede desarrollar dentro de su entorno, en sociedad.
 Según Naciones Unidas, “el desarrollo social es inseparable del entorno cultural,
 ecológico, económico, político y espiritual en que tiene lugar. Pero el desarrollo 
social está claramente vinculado con el logro de la paz, la libertad, la estabilidad y
 la seguridad a nivel nacional e internacional. Para promover el desarrollo social 
es preciso orientar los valores, los objetivos y las prioridades hacia el bienestar de
 todas las personas y el fortalecimiento y la promoción de las instituciones y las
 políticas que persiguen ese objetivo.”
De esta manera queda claro que el sistema educativo no puede depender de un solo
 sector de la sociedad, el de la clase económicamente dominante, ni debe apuntar
 únicamente a un vinculo del cual dependa o con el cual mantenga su único cordón
 social. Si en realidad se requiere que la educación tenga por finalidad el promover
 a la persona y la sociedad en un desarrollo social sostenido, la acción debe ser
 compartida y dirigirse a un todo integral, con fuerzas suficientes para generar un
 proceso que desde su interior sea nuevo factor de cambios sociales.

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